domingo, 27 de mayo de 2012

Todavía a los revolucionarios nos queda una batalla estratégica por resolver que es conquistar una hegemonía cultural revolucionaria, donde la cultura del mundo del trabajo se imponga sobre la cultura individualista del mundo del capital






DE PERFIL
-Amílcar Jesús Figueroa Salazar nació en julio de 1954. Es licenciado en Historia, egresado de la Universidad Central de Venezuela en 1985, con una especialización en Historia Militar de Venezuela, cursada en 2010 en la Academia
Militar.
- Su militancia política comenzó a finales de los años 60 del siglo pasado en la Juventud Comunista de Venezuela, de la que se separó para irse al Partido Revolucionario Venezolano (PRV) en los 70.
- Fue miembro del Movimiento V República desde su fundación hasta su disolución, en el cual ofició como miembro de la comisión de Relaciones Internacionales del Comité Táctico Regional Caracas.
Una vez creado el Partido Socialista Unido de Venezuela fue honrado con la membrecía de la Dirección Regional en Caracas, entre los años 2009 y 2010.
- Es el vocero del Movimiento Continental Bolivariano (MCB), capítulo Venezuela. Fue diputado en el Parlamento Latinoamericano (Parlatino) en el quinquenio 2006-2011. Ofició como director general de la Alcaldía de Caracas, desde 2003 hasta 2006. Ha escrito “La revolución bolivariana: nuevos desafíos de una creación heroica” y “Reforma o Revolución en América Latina: el caso venezolano

E N T R E V I STA > Amílcar Figueroa defiende los esfuerzos del Estado venezolano a favor de la paz en Colombia
“Son los contravalores burgueses
los que engendran la delincuencia”

Al admitir la existencia del problema de la inseguridad en Venezuela y atribuirlo al predominio de la mentalidad capitalista, el ex diputado del Parlamento Latinoamericano reconoce también que la “batalla estratégica” por la conquista de la hegemonía cultural revolucionaria es todavía un tarea pendiente /
Ostenta sobre su mesa de trabajo -en el laberíntico pisode oficinas del deteriorado Parque Central- una fila de 11  “c o n ch a s ” de bala, es decir, cascarones de proyectiles ya disparados.
“Una vez a la semana me entreno para conservar la puntería”, explica, risueño, el ex diputado del Parlamento Andino, Amílcar Figueroa, a quién un juez de Bogotá dictó orden de captura en 2009 bajo los cargos de “concierto para delinquir con fines de secuestro, financiación de terrorismo y entrenamiento de grupos ilegales, al apoyar supuestamente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ( Fa rc ) ”.

Figueroa, quien dirige hoy aquí en Venezuela la editorial Trinchera -dedicada a la edición de libros de izquierda -, no rehúye la acusación. De hecho, publicó un folleto titulado “Enfrentar al Estado Imperial es un deber patriótico y revolucionario”, en respuesta al Departamento del Tesoro de los
Estados Unidos, que lo incluyó en su lista negra por su cooperación con las Farc, basándose en los escritos hallados enla computadora del fallecido
Raúl Reyes.
“¿Las Farc terroristas?  


 No,no lo son”,
dice de entrada.
-Usted es un conocedor a profundidad de temas latinoamericanos. El ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe ha denunciado, escandalizado,
por Twitter, que “Colombia trata de negociar con los terroristas de las Farc a través de la dictadura de Venezuela”. ¿Qué tan verídica es esa afirmación?

-Esa afirmación tal vez no sea sólo de Álvaro Uribe, que es el vocero más radical de una clase guerrerista como es la burguesía colombiana y, a la vez, vocero del imperialismo cada vez más violento y agresivo de la industria militar norteamericana.
Él es uno de los que piensan que el conflicto social y armado que ha vivido Colombia, por lo menos de seis décadas, es posible resolverlo con el exterminio o la rendición de la insurgencia.
-Es claro que la guerrilla colombiana no tiene propósitos de rendirse. Pero su  exterminio avanza implacablemente .
-Eso creen Álvaro Uribe y las corporaciones mediáticas, tanto de la burguesía colombiana como del Estado imperial norteamericano.
Pero la verdad verdadera es que, luego de los esfuerzos del Plan Colombia, de una inversión gigantesca de dólares hecha por los estadounidenses y de la presencia allá de fuerzas especiales norteamericanas, británicas e israelíes, la insurgencia sigue combatiendo y el movimiento social colombiano -perseguido y criminalizado por esa burguesía guerrerista-, lejos de ser liquidado, se ha reactivado.
-Pero esa reactivación no es evidente. Lo que sí es evidente es el progresivo descabezamiento de los mandos guerrilleros colombianos.
¿Usted no estará creyendo en una ficción?
-No soy creyente. Yo analizo. Soy de los que pueden decir a viva voz que tengo formación política y filosófica marxista- leninista.
-A propósito, ¿quiere decir que en el Psuv hay muy pocos como usted?
-El Psuv, como partido de masas, es un partido amplio.
-Y los marxistas-leninistas, la minoría allí.
Efectivamente. Podría admitir eso.
-¿Lo resiente?
-No. Nuestro pueblo, durante el proceso bolivariano, ha crecido cultural y políticamente. Si uno compara el porcentaje de personas que suscribía el socialismo en Venezuela durante las décadas del 60, 70 y 80, con el porcentaje que lo suscribe hoy en día, indudablemente se ha dado un salto político gigantesco.
-¿Le incomoda que haya sido Hugo Chávez, y no los marxistas-leninistas, el que haya impulsado ese increíble cambio político e ideológico?
-Para nada. Chávez es producto de las luchas del pueblo.
Lo que sucede hoy en el siglo XXI venezolano es parte de un acumulado histórico en el cual la izquierda marxista de otras épocas fue el soporte y eso lo debemos reivindicar.
-Volvamos al tema inicial.¿Le parece mal que el gobierno
de Santos negocie con las Farc a través del gobierno de Chávez?
-La élite guerrerista en Colombia no ha dejado espacio para la lucha política legal. El mejor ejemplo de esto fue el exterminio físico de los dirigentes de la Unión Patriótica en la década de los 80 y 90. Uribe ni siquiera reconoció la existencia del conflicto social y armado, aunque el que revise las cifras de muertos y heridos de 2010 verá que son superiores a Irán y Afganistán juntos. Él optó por la estrategia de golpes puntuales a la máxima dirección de la insurgencia.
-En lo que tuvo un éxitosupremo.
-Sin embargo, la insurgencia ha demostrado que tiene una dirección colectiva. Cae un mando e inmediatamente es suplantado por otro sin mayor trauma y han seguido resistiendo.
Es probable, entonces, que sectores de la política colombiana hayan entendido que la mejor vía para buscar el fin del conflicto armado es una salida política negociada, cuestión que en el pasado, cuando se les sugería, lo calificaban como terrorista. Los más amplios sectores de la sociedad colombiana quieren la paz. Por eso no pueden ser censurados ni los esfuerzos que haga el Estado venezolano ni cualquier otro Estado o individualidades por pronunciarse a favor de la paz, y si es posible servir de mediadores en ese conflicto.
-Usted formó parte del Parlatino. La Asamblea Nacional tomó la decisión de investigar las finanzas de las Organizaciones No Gubernamentales.
La oposición reaccionó con prontitud y con furia. Afirmó que ni la Constitución, ni las leyes del marco jurídico vigente, ni el
Reglamento Interior y de Debates de la AN le dan a la comisión de Contraloría la competencia para investigar las finanzas de asociaciones privadas, como lo propuso el diputado Pedro Carreño.
-Ese es un tema sensible para la oposición, porque para nadie es un secreto que ella es financiada desde los Estados Unidos y Europa, en una postura abiertamente injerencista de lo que podríamos denominar “el sistema del capital” en la política interna de nuestro p a í s.
-¿Qué es eso del “sistema del capital”?
-El imperialismo que estamos viendo hoy es diferente al de los siglos XIX y XX. En la medida que se fue operando la transnacionalización del capital y la globalización y concentración de la producción, las finanzas y el poder, se conformó una especie de Estado supranacional que defiende, en cualquier parte de la tierra, los intereses del capital. Eso es lo que resume el término “sis - tema del capital”. Ese Estado supranacional, por supuesto, tiene un hegemón: los Estados Unidos, que impone su voluntad sobre la propia legalidad inter nacional.
-¿El imperialismo de hoy es cada vez más salvaje y arbitrario?
-Ciertamente, y ve como única posibilidad de superar las recurrentes crisis capitalistas, caracterizadas por algunos teóricos como crisis de decadencia del sistema, con la instauración de una dictadura fascista a escala planetaria, cuya fórmula en lo económico es más neoliberalismo, expansión militar y fomento de nuevas guerras en lo político y militar y hegemonía de una mediática apabullante que tiene en los valores del modo de vida americano, el paradigma a ofrecer, obviamente impensable porque el planeta no aguanta el consumo energético de la civilización burguesa
-Detrás de la intención de investigar las finanzas de las ONG, la oposición ve, con toda lógica, una medida hostil contra las organizaciones de la sociedad civil que le hacen contraloría social al gobierno.

-Usted también fue director general de la Alcaldía de Caracas, ciudad donde acaba de producirse otra crisis -también recurrente- en una de las cárceles, La Planta. Leopoldo López ha declarado que “Iris Varela ha demostrado
una escandalosa ignorancia como gestora de políticas públicas”.
-El problema de la violencia no es un problema restringido a Caracas o a Venezuela. Si Leopoldo López se preocupara en estudiar las estadísticas internacionales, constataría que su país modelo, EE UU, tiene el índice de mayor cantidad de ciudadanos con procesos judiciales abiertos respecto al número de pobladores.
-Puede ser cierto, pero allá les abren procesos judiciales
a quienes han delinquido porque la impunidad es mínima. Aquí, en cambio, no se abren porque la impunidad es máxima.
(Silencio)
-No podemos ignorar que tenemos problemas de inseguridad y delincuencia. Son los contravalores de la sociedad burguesa los que engendran la delincuencia. Todavía a los revolucionarios nos queda una batalla estratégica por resolver que es conquistar una hegemonía cultural revolucionaria, donde la cultura del mundo del trabajo se imponga sobre la cultura individualista del mundo del capital


EN PEDESTALES
Amílcar Figueroa podría calificar perfectamente para inscribirse en la co rriente “or todoxa” del izquierdismo chavista.
Cuando se le pregunta si confirma un apoyo explícito a las Farc, responde
Diplomáticamente: “Los revolucionarios somos amantes de la paz”.
“Seguramente , agrega, sabedor de la insuficiencia de su respuesta, “en el caso de que los imperialistas decidiesen una ocupación y saqueo de Venezuela como lo hicieron con Libia, a su pueblo y a sus vanguardias políticas no les quedará otra opción que enfrentarlos con las armas. Y en el caso concreto de algún otro país, como Colombia, donde no hay condiciones para la lucha política revolucionaria, no es condenable el derecho universal de los pueblos a la rebelión arm a d a”.
Zanjado el tema de su apoyo -ahora más que explícito-a las Farc, el ex diputado no ve ningún motivo de escándalo en la instalación de una estatua


LA HUMILDAD Y LA REVOLUCION


Poco tiempo después de la derrota del Sandinismo en Nicaragua, vino el comandante Tomás Borge a Caracas y dictó una charla en la Universidad Central de Venezuela. Al terminar la conferencia, de manera informal, un grupo de jóvenes improvisó una tertulia con Borge. El Wikingo, así se llama quien para la época era un aventajado estudiante de Geología, hoy curtido revolucionario
Forjado en mil batallas y abundantes derrotas, le preguntó: “Comandante, ¿porqué el Sandinismo fue derrotado? Y el Comandante-poeta respondió relancino: “Porque perdimos la humildad”. Más que una frase fue un flechazo al alma. Sólo un poeta podía resumir todo un proceso en un verso, en un epitafio.
La pérdida de la humildad arrastra dos vicios: la ostentación y la soberbia.
Estos pecados hacen mucho daño a una Revolución. La ostentación trae el mal ejemplo, la desconfianza, el derroche: los carros, las prendas, las ropas caras, el reloj, casas suntuosas, son malas compañeras para la Revolución. La soberbia vuelve ciegos y sordos a los dirigentes a cualquier nivel, no atienden a la masa, de ella se separan. Pero lo peor es que nubla la mente, impide el entendimiento, desprecia el estudio, cultiva la vanidad, se cree sabio, simula sapiencia, da todo por sabido, confía en ese raro invento que llaman “los saberes”, éstos se transmiten por ósmosis, sin esfuerzo.
La soberbia impide la discusión. ¿Si todo se sabe, para qué discutir? La discrepancia necesaria para el debate se califica de desobediencia, los argumentos contrarios se descalifican. Las advertencias de la necesidad de corregir el rumbo, son atrevimientos de “loquitos” ¿Cómo se va a equivocar quien todo lo sabe? Las alertas de las amenazas del imperio son desestimadas, las encuestas todo lo cubren.
Razón tenía el Poeta-comandante, la pérdida de la humildad es letal para una Revolución.
Sería un buen ejercicio explorar las causas de la pérdida de algunas Revoluciones, sin duda la enseñanza será importante.
La Revolución Soviética, en el pensamiento del Che, se derrumbó por usar las armas melladas del capitalismo para construir el Socialismo. La Nueva Política Económica que implementó Lenin como forma de resistencia a una situación, fue instaurada como una estrategia. Allá los dirigentes perdieron la humildad.
Domingo Alberto Rangel criticaba a un alto dirigente soviético que coleccionaba autos de carrera.
Los chinos, en contra de la opinión de Mao, quien ensayó la Revolución Cultural para impedir el deslizamiento hacia el capitalismo, cayeron seducidos por los oropeles y hoy exhiben con “orgullo metálico” sus millones de acaudalados capitalistas, y esconden con vergüenza a los cientos de millones de explotados esclavos.
Es así, la historia del mundo lo muestra, la humildad es un buen antídoto contra la restauración, y su pérdida es un indicativo de que los asuntos de una Revolución van mal. Concluimos recordándonos el viejo consejo: “Cuando veas la humildad de tu vecino arder, pon la tuya en remojo.”
¡Chávez es Garantía!
La pérdida de la humildad arrastra dos vicios: la ostentación y la soberbia.


¡Venceremos!